lunes, 2 de julio de 2018

Samira, una madre que huyó de la guerra: "Me gustaría seguir en Madrid mucho tiempo"

Las bicicletas son para el verano, dicen. Y las historias más inspiradoras, también. En un solsticio que ha irrumpido con la fuerza de un cuerpo celeste, el calor ha llegado a las calles de Madrid para quedarse un tiempo.

La ciudad ha comenzado a tener una vida abrumadoramente activa, y quizá por eso, en nuestra visita, el restaurante Banibanoo estaba lleno hasta la bandera pasadas las cuatro de la tarde. El local, que formaba parte del Refugee Food Festival que tuvo lugar entre el 19 y el 24 de junio, estaba tan lleno que a periodistas y fotógrafos nos tocó ser pacientes hasta que la chef tuviera un hueco. La iniciativa promovida por ACNUR y Madrid for Refugees había sido un éxito.

Samira A. en primer lugar junto a Malak Zungi, de Madrid for Refugees. (Ana Vicente)

Una nueva vida
Este restaurante iraní, situado a pocos metros de Las Ventas, se convirtió en el particular refugio de Samira A., una civil superviviente de la guerra en Siria que pasó de dedicarse a la peluquería y belleza en su tierra para moverse entre fogones en la capital madrileña. "Estoy encantada de estar en Madrid, la ciudad tiene una atmósfera magnífica. La gente aquí es muy amable, bastante similar a la de mi país", apuntaba la chef que se hizo un pequeño hueco en la gran capital. Samira no llegó a dedicarse profesionalmente a la cocina en Siria, pero sus habilidades no tardaron en manifestarse cuando decidió que esa sería su nueva vida.

"Las especias me parecen indispensables en un buen plato", indicó Samira cuando quiso destacar algún ingrediente que no pudiera faltar en su vida. La posibilidad para la chef siria de dedicarse a la cocina en España ha dado a muchos la oportunidad conocer el sabor de la paz en su tierra, porque esas recetas encierran el canto a la vida de una madre que no se rindió.

La adaptación, un paso difícil
Las fotografías se sucedían sin parar mientras la joven Samira respondía con un sosiego que escondía el agotamiento de un intenso día en la cocina del Banibanoo. "Al principio no fue fácil, pero poco a poco comencé a sentirme más cómoda", explicaba sobre sus primeros meses de adaptación a la ciudad, al entorno y a su nueva vida en Madrid.

Platos del Banibanoo. (Ana Vicente)
Todavía sigue mejorando su soltura con el castellano, pero ya superó todos los obstáculos iniciales que tuvo en la capital, sacándose incluso un curso de cocina que acreditase su destreza ante nuevas oportunidades laborales. Sin embargo, como todo el mundo, tiende a barrer para casa, especialmente si procede una ciudad como Alepo que bebía de más de una cultura: "Aunque no es del todo mediterráneo porque se consume mucho en países árabes, la hoja de parra es mi plato favorito aquí".

El futuro, con optimismo
"No me importaría pasar un largo tiempo aquí en Madrid" reconocía una Samira que, ya más exhausta con el avance de la entrevista por la intensa jornada de trabajo, deseaba poder tomarse un respiro lejos de las preguntas. Tímida, y sin interés en los focos mediáticos, se mostraba mucho más cómoda cuando conversaba con los clientes que pedían su presencia para felicitar y mostrar la gratitud de probar sus exóticas recetas.

Su delator suspiro de alivio al saber que no quedaban más preguntas supuso la luz verde para volver a la cocina y acabar el trabajo que quedaba por hacer. La entrevista había terminado y era el momento de seguir seguir con lo que lleva haciendo desde que llegó a la ciudad madrileña: vivir y demostrar que hay luz después de la tormenta.

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