El derecho a una muerte digna posee un gran número de tabúes y debates que se encuentran muy ideologizados. Si esta ley termina siendo aprobada finalmente, la fractura política del país podría acentuarse. La cercanía de esta práctica con la eutanasia es un factor que disgustará a los colectivos en su contra, especialmente a los religiosos, que enfocarán su disgusto a aumentar el apoyo al Frente Nacional de Le Pen.
Sin embargo, esta ley permitiría
aliviar un dolor sin solución al enfermo, ayuda a que una familia pueda pasar
página e incluso puede suponer un ahorro en gastos médicos. Además, la decisión
del paciente siempre primará sobre la del médico, quien podrá decidir si se le
retiran todos los tratamientos artificiales para ser sedado profundamente hasta
la muerte, o si quiere seguir siendo tratado con normalidad.
La popularidad de Hollande, la
cual pende de un hilo, podría reforzarse entre el centro izquierda político con
una reforma que había prometido en 2012, pero también entrega un arma de debate
a Marine Le Pen, que sigue reforzando su prestigio en Francia. Sin embargo, sería
un paso adelante en los derechos individuales, los cuales permitirían acabar
con una agonía menos humana que la muerte sin dolor. Esta norma sería un alivio
para los pacientes y sus familias.
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