martes, 26 de mayo de 2015

Diario del miedo (I)

Martes, 26 de mayo de 2015.

Hoy me he dirigido corriendo al baño. Es algo que he decidido hacer a diario desde que la izquierda antisistema y radical ha comenzado a conquistar el poder. Lo que hago es simple: abro el grifo para comprobar que sigue saliendo agua de las cañerías y no sangre o ácido sulfúrico. Cualquiera sabe lo que puede ocurrir en estos tiempos. De momento, estos dos primeros días el agua sigue igual de transparente y cristalina, aunque con un poco de cal. Eso no ha cambiado.


Después me he dirigido al supermercado. ¿Dónde estarán esas colas de gente agolpándose para comprar los escasos productos que están en stock? Menuda falta de previsión, seguro que les alcanza la miseria por no llenar la despensa a tiempo. De momento están todas las estanterías llenas, incluso sigue habiendo periódicos del mismo día. Ninguno se atreve a citar las atrocidades que varios vídeos de Facebook me han garantizado que harán si llegase el fatídico día. Me fío mucho más de ellos que de esos periodistas vendidos.

Salgo de la tienda agarrando muy fuerte la bolsa de la compra. Es muy probable que las calles estén ahora infestadas de criminales que me rebanarían el cuello por un mendrugo de pan. Sin embargo, me encuentro los coches circulando de una pieza (vaya derroche de gasolina con lo que va a venir) y a los vecinos sonriendo en tal soleada mañana. Alguno incluso me sigue dando los buenos días. Necios, no sé por qué desconocerán la gravedad de todo lo ocurrido en las últimas horas. Ya se acordarán, ya.

De vuelta a casa me asomo por algún que otro bar. Parece que ahí tampoco se comenta mucho, solamente he llegado a escuchar algunas opiniones sobre entrenadores del Real Madrid. No me gusta nada sentir que casi nadie es consciente de que el país en el que vivimos está a punto de dejar de serlo. ¿Serán todos enemigos? Ya no sé en quién confiar, cualquiera puede ser partícipe en calidad de voto de haber ascendido al terror a los cargos de poder.

Llego a casa y doy un suspiro de alivio cuando compruebo que la cerradura de la puerta de mi casa no ha sido forzada durante mi ausencia. De momento parece que las cosas no han cambiado, a pesar de todas las advertencias de gente que nunca he visto en persona y cuyos intereses también desconozco. ¿Y si en verdad son ellos quienes me han engañado?

Vale. He decidido hacer algo más. Como desconozco los intereses de quienes me advierten del nuevo peligro pero tampoco confío en la prensa española, comenzaré a comprobar desde ya qué dicen los principales portales internacionales respecto a las elecciones municipales y autonómicas celebradas en España. Afortunadamente, no tengo problemas con el inglés, algo que también me ayudará en el caso de que tuviera que exiliarme de mi tierra natal.

(...)

Comprobando lo que dicen los periódicos internacionales me he llevado un gran varapalo. Ninguno destaca el potencial peligro ni la inestabilidad a la que el país se verá abocado a causa de estas desafortunadas elecciones. Solamente hay dos opciones: o no son buenos profesionales y no conocen la verdadera realidad, o simplemente conocen la verdadera información y no se han dejado contaminar por falsos predicadores del fin del mundo.

Mis dudas comienzan a agitarse, arrugarse y revolverse. Si bien es cierto que nada ha cambiado, quizá no sean enviados de Lucifer estos nuevos políticos. Tendré que repensar todo esto desde hoy. De todos modos, seguiré comprobando durante un tiempo si sigue funcionando el agua de las cañerías. No vaya a ser que...


Aquí la segunda parte

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